Noticias :: La placa y la estela del OFID realizadas en Versilia: dos fascinantes obras de Del Chiaro
Existe un vínculo especial entre la excelente artesanía de Versilia y los más importantes y potentes países exportadores de petróleo del mundo. Un vínculo esculpido en un material de austera belleza y elegancia sin tiempo: el bronce.
Estamos hablando de dos obras realizadas por la famosa Fonderia d’Arte Massimo Del Chiaro de Pietrasanta para el OFID, el fondo benéfico instituido por los países miembros de la OPEC, en la Organización de países exportadores de petróleo.
Creada el 14 de septiembre de 1960 por iniciativa de cinco países, la conferencia se celebró en Bagdad entre Arabia Saudita, Irak, Irán, Kuwait y Venezuela, poseedores de ricos yacimientos del precioso combustible, y en 1976 en la Organización instituyó el “Fondo OPEC para el desarrollo internacional”, con la finalidad de llevar a cabo iniciativas de solidaridad y cooperación con países en vías de desarrollo.
La Fundición Del Chiaro ha sido llamada para realizar una estela y una placa para la sede del OFID de Viena, proyectadas por el escultor Suhail al Hindawi, como símbolo del espíritu caritativo y del prestigio del cliente en el eterno lenguaje del bronce.
La estela de bronce y su simbología antigua
La primera obra tomó forma en 2016, cuando la Fundación decidido celebrar el cuarenta aniversario de su actividad con un monumento que evocara elementos simbólicos, que recordara el alba de la historia de la civilización humana.
Además, la instalación debía ser un regalo para Viena, la ciudad que dio al OFID una sede prestigiosa, un edificio histórico de estilo neorrenacentista, construido entre 1864 y 1868 por el archiduque Wilhelm Franz Karl. Un edificio que es uno de los más fascinantes de los que se encuentran en Ringstrasse, el anillo de avenidas con forma de “U” donde se encuentran algunas de las construcciones más importantes. El magnífico edificio fue comprado por la ciudad de Viena y pasó a ser propiedad del OFID en 1981.
La estela se encuentra colocada en el importantísimo complejo de las Naciones Unidas en Viena.
Naturalmente, en un contexto tan atractivo, la obra tenía que lograr atraer la mirada de los visitantes e invitarles a apreciar cada uno de sus detalles. Por ello, el escultor proyectó un monumento que fundiera la estética con un toque narrativo: la historia de una antigua cultura y los primeros intentos del hombre de representar la cotidianidad en unos ideogramas.
En efecto, la obra muestra esculturas inspiradas en la civilización sumeria, de la que se encontramos testimonios escritos que se remontan al siglo XXXII a.C.
Alrededor del siglo XXXII a.C., los Sumerios adoptaron un silabario de ideogramas que los arqueólogos han descifrado, comprendiendo la complejidad de un pueblo al que se le han atribuido inventos claves, entre los cuales podemos citar los primeros vehículos de ruedas, el primer código civil y la escritura cuneiforme. Éstos son los ideogramas que aparecen en la imponente estela, junto con otras esculturas que representan escenas de la vida cotidiana, de la que está considerada la primera civilización urbana: agricultores, ganaderos, escribas, agricultura e industria.
En la base del monumento está representado, y no es casual, un elemento vital: el agua.
Además, debajo del agua, las inscripciones en alemán e inglés sellan todavía más el vínculo entre el OFID y la ciudad de Viena.
El visitante, admirando la estela, también puede apreciar otros cautivadores detalles en la parte posterior, como el logotipo de la institución, acompañado de trece ríos, símbolo del acto de donar, que representan el número de miembros del OFID.
El espíritu del OFID en un emblema
La más reciente obra de la Fundición Del Chiaro para el OFID indudablemente tiene menos riqueza de elementos simbólicos y es menos imponente, pero su función es tan importante como la de la gran estela: representar el espíritu del Fondo, reproduciendo su logotipo en un emblema de bronce.
En efecto, ésta es la placa que destaca en la fachada del edificio en Ringstrasse, representando el símbolo del Fondo Opec para el desarrollo internacional acompañado de un gran sol que sale sobre el globo terráqueo.
Una imagen muy evocadora, que transmite un fuerte sentimiento de esperanza.
Probablemente ningún otro elemento podría ilustrar mejor la esperanza de un futuro diferente para la humanidad que el alba de un nuevo día, en el que la pobreza será sólo un feo recuerdo. Efectivamente, ésta es la misión del OFID, que persigue a través de una serie de importantes iniciativas: desde la financiación de la construcción de infraestructuras fundamentales, al apoyo para el crecimiento económico de los países en vías de desarrollo.
Lazos con raíces profundas
Cuando hablamos de arte, resulta interesante siempre buscar el aspecto humano que se esconde detrás de la obra, las energías que la han generado y los acontecimientos relacionados con su creación.
Así pues, los dos importantes encargos que ha recibido la Fundición son el resultado de una relación de confianza desde hace tiempo con el escultor, una relación que se remonta a los años 80
y que tiene un vínculo estrecho con los acontecimientos internacionales de esa época.
De hecho, al final de aquel decenio el escultor iraquí Suhail al Hindawi llegó a Pietrasanta con el proyecto de una obra encargada por el gobierno de su país: una estatua de diez metros del entonces presidente Saddam Hussein.
El trabajo duró más de un año, con la ampliación del proyecto, dividido en tres partes a causa de sus dimensiones.
Dicha importante empresa dio a la Fundación Del Chiaro la oportunidad de mostrar toda su habilidad y maestría en el arte de la elaboración del bronce, adoptando soluciones ad hoc y resolviendo magníficamente los problemas relacionados con el transporte de una obra tan imponente.
Los iraquíes quedaron tan impresionados del resultado que encargaron a Del Chiaro otras obras, hasta la sorprendente propuesta de realizar una fundición en Bagdad, en un espacio de cincuenta hectáreas.
Por desgracia, la historia puso final a la nueva empresa: el 30 de julio de 1990, el fundador de la sociedad Massimo Del Chiaro regresó a Italia después de instalar a “Saddam Hussein” y el 2 de agosto estalló la Guerra del Golfo. Los acontecimientos que siguieron son más que conocidos: el embargo que sufrió Iraq interrumpió bruscamente las relaciones entre este país y la Fundición.
Un recuerdo dulce y amargo al mismo tiempo es todo lo que queda de aquella época: primero la satisfacción por los importantes encargos, después el repentino y dramático epílogo. En cualquier caso, los lazos entre Del Chiaro y Suhail al Hindawi han sobrevivido con el tiempo: una relación de mutua estima que ha visto al famoso escultor iraquí volver a ponerse en contacto con la excelencia de Pietrasanta, para la realización de dos obras de naturaleza completamente diferente.
Y de esta manera una parte del alma y del talento de Versilia calienta el clima rígido de Viena, dejando un mensaje de esperanza y evocando el alba de la cultura humana.